viernes, 4 de diciembre de 2020

LA NUEVA ESCUELA

Texto: Antonio del Pino / Fotos: Nacho Trueba

Revista: MTBpro Magazine  www.mtbpro.es

Prueba de la bicicleta WOOM Up5. Una bicicleta infantil eléctrica, de calidad soberbia, neta y funcional.


Tras la lectura de este interesante artículo de Antonio del Pino, probando para la revista digital MTB Pro el modelo eléctrico de WOOM, la Up5, he pedido permiso a su autor y al Director de la Revista MTB Pro, Luis Miguel del Cerro, para poder usar parte del artículo con el que estoy muy de acuerdo y que gracias a nuestra Escuela de Ciclismo Infantil, muchos padres se están dando cuenta de la importancia de elegir correctamente la bicicleta a sus hijos.

 
Muchas gracias Antonio y Luismi ;)
 
 

NO SON JUGUETES

(Texto: Antonio del Pino)

"Llevaba tiempo dándole vueltas a un test de este tipo, posiblemente el más bonito que haya hecho nunca porque, aunque me he dado mis buenas vueltas con la Woom UP 5 para risa del personal que se ha cruzado conmigo, han sido las reacciones, las sensaciones y la evolución de un probador de 8 años lo que ha marcado el resultado de todo lo escrito.
 
Ya sabes eso de que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, y en este caso se ha hecho muy cierto por las precisas y sinceras observaciones aportadas por mi hijo en el transcurrir del test, que creo han sido de lo más interesantes.
 
Bicis infantiles asistidas las hay de varias marcas, y muy buenas, pero creía que la protagonista por derecho propio para este primer test debía de llegar firmada por Woom, una marca especializada únicamente en bicis infantiles de altas prestaciones, tratándolas con la importancia y la seriedad, con el nivel de calidad y de detalle en sus especificaciones que requieren los niños.
 
Ojo, que un niño de 5 o 6 años a pedales no tiene nada que ver con lo que necesita uno de 8 o 9 aunque a ojos de un adulto poco observador todo sean niños “en el mismo saco”, y desde luego en Woom demuestran que saben no sólo cómo monta en bicicleta un niño a cada edad, sino que demuestran comprender lo que siente un niño en bicicleta, dándole una forma y un sentido muy concreto a cada una de las 15 bicis diferentes de su catálogo, para que la experiencia les enganche de inmediato y ya para siempre.
 
Hay que analizar la realidad de los niños de hoy dentro del contexto que les ha tocado vivir, nos guste o no, con una gran cantidad de estímulos súper atractivos a su alrededor y con un orden de preferencias muy distintas a las que nosotros mismos teníamos. Ya no hablemos de nuestros abuelos, con los que nosotros tenemos infinitamente más cosas en común que nuestros hijos con nosotros.
 
Creo que lo más interesante para educar ahora no es aspirar a llamar su atención en un entorno en el que, salvo que aísles a tus hijos de la sociedad, los padres somos la parte más débil en mitad de una lucha mercantil injusta en la que Youtube, Google, Roblox, Minecraft, Disney, Apple, Tik Tok y un sin fin de competidores más pretenden modelar la conducta y hasta la moral de nuestros hijos. Todo para que tengan unas necesidades y hábitos predecibles en un futuro en el que la vida no virtual cobra poca o ninguna relevancia, cuando nada es más intenso, rico y real... que lo real.
 
Exigir la atención de los niños históricamente ha demostrado ser poco efectivo porque, aun consiguiéndolo, nos quitarán de su radar a la mínima oportunidad, y por eso la gran clave es ganarnos su atención.
 
Cuento todo esto porque siempre me ha cabreado bastante que la bici de un niño se tome como un juguete o como una adquisición de poca importancia y escaso recorrido..., porque total es “para el niño”. El razonamiento posterior es de reafirmación en el tema, es decir : “¿Ves? Ni caso le hace a la bici, menos mal que no le compré la buena porque habría sido tirar el dinero?”
 

 
Hombre, si tuvieras que salir a correr con unos zuecos de madera ya te digo que el running no iba a estar entre tus actividades favoritas... y lo mismo pasa si le compras un juguete para echar dos ratos en lugar de una bici de verdad con la que compartir tiempo juntos mientras aprende a valerse por sí solo, que además, son bicicletas que valen lo que valen porque cuesta lo que cuesta hacerlas. 
 
Hay una lógica generalizada un poco extraña cuando de gastarse la pasta en los críos se refiere. Si bien es cierto que hay que buscar un equilibrio razonable y adecuado a lo que cada uno puede asumir, que no te quepa la menor duda que la calidad de la experiencia en su bici será proporcional a su nivel de disfrute y de ahí a la intensidad con la que la bicicleta entre en su corazón.
 
Si una bici no frena acorde a lo que un niño puede hacer, con las manetas más pequeñas y cerca del puño con una acción suave, el niño se asustará porque la bici no le para, porque ve que se la pega y por la bronca del padre o la madre también asustados, porque el pequeño o la pequeña no han parado cuándo y dónde le han dicho.
 
Si la bici pesa como un muerto, el niño apenas podrá moverla, le costará hasta subirse y se le increpará porque no reacciona o porque lo hace con torpeza, también si se le sale la cadena cada vez que pasa por un bache.
 
Así es casi lógico, ya no que el peque no se aficione a esto, sino que no guarde ni buenos recuerdos de nada que tenga que ver con una bici. Al final, el mejor maestro de futuros ciclistas se acabará convirtiendo ese padre imparcial con los deportes y dedicado a sus hijos, que “suelta” a su peque con la bici por el parque y que el niño haga lo que buenamente pueda, para 25 minutos después de estar dando vueltas en círculos: “Carlitos, venga hijo, que vamos a llegar tarde a...” lo que sea a lo que esté apuntado Carlitos, que no soy de los ciclistas que tiene ninguna cruzada personal contra el fútbol, que entre otras cosas es una actividad complementaria fabulosa a la bicicleta en las edades más tempranas.
 
Ten por seguro que si tú, como ciclista de montaña consolidado, en lugar de llevar una bici con XTR pedaleas sobre una con equipada en XT la temporada que viene, casi te puedo garantizar por escrito que te lo vas a pasar igual de bien o de mal y vas a rendir casi exactamente lo mismo con la una que con la otra.
 
Sin embargo, si parte de esa gran diferencia la inviertes en que tu hij@ lleve una bici que frene, que cambie, que no pese más que él, que le guste y que no le quede grande o pequeña... O que si se rompe algo encuentres repuesto en cualquier tienda del barrio y así la bici no se quede parada hasta el verano que viene... Si su experiencia es grata y positiva, él se lo va a pasar muy bien, tú viéndole, el viéndote... y posiblemente ya te lo hayas llevado a tu terreno para siempre.
 
¿Queda algo más a añadir aparte del dinero? Desde luego... Lo único que no vas a poder comprar es lo más valioso de la vida, el tiempo y, con todo lo dicho, aunque hay niños que llevan la velocidad en las venas y cuesta bajarles de la bici, ahora mismo son los menos, y si tu compromiso no va más allá de pagar para luego “no estar”, no es que sea un mal negocio, es que será una verdadera pena. "

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